Coches de vapor: Rápidos, limpios y eficientes.

coche vapor

Piensa en un medio de locomoción rápido, limpio y eficiente. Y que hace más de cien años que funciona. Es el vapor. Y es que a principios del Siglo XX, más de la mitad de los coches en Estados Unidos funcionaban a vapor. Principalmente producido por las compañías Stanley y White, los motores de vapor tenían una serie de ventajas sobre el entonces novedoso motor de combustión interna que lo hacían -a ojos de hoy- muy interesante.

Los coches a vapor eran más simples mecánicamente y producían energía continua gracias a la presión del vapor, así que no tenían necesidad de transmisión, embrague o engranajes como los de un motor de combustión. Tenían pocas piezas móviles, funcionaban silenciosamente y podían alimentarse con cualquier cosa que quemara.

Producían el 100% de su energía en reposo, por lo que eran fáciles de manejar y más seguros para los peatones, ya que podían detener su potencia en cualquier momento de forma inmediata.

Pero no todo eran ventajas: eran unos modelos más complicados, y podían llegar a pesar entre dos y tres toneladas.  Los más antiguos necesitaban de grandes calderas y tanques de agua, y aún con el uso de condensadores, perdían del orden de 0,3 litros por kilómetro. La presión del vapor tardaba unos 15 minutos en condiciones normales para estar a punto, aunque en condiciones de frío podían llegar a ser mucho más.

La irrupción del motor de combustión, junto con la aparición del famoso Ford T, hizo que este tipo de coches se dejara de comercializar en 1924.

Aunque para cuando dejaron de ser comercializados, la tecnología había conseguido solucionar la mayoría de los problemas que presentaban los modelos más primitivos:

En 1925, el modelo «Doble E» de Doble Steam Motors había conseguido reducir el encendido a sólo un minuto, podía condensar de manera eficiente el agua para reutilizarla y se podía recorrer más de 20km por cada 3,7 litros de queroseno. Su aceleración era de 15 segundos de 0 a 100 km/h, y podía llegar a una velocidad máxima de 160 km/h. Su autonomía llegaba a ser de 2400 km con 90 litros de agua.

Teniendo en cuenta las problemáticas de los motores de combustión actuales, con el conocido problema de los combustibles fósiles y la contaminación que aún producen, ¿nos podríamos plantear su uso?

Si el tipo de motor que se pudo realizar en 1925 era tan interesante -aún a ojos de hoy-, ¿qué se podría realizar con la tecnología actual? Indudablemente, se podría reducir drásticamente el peso, optimizar la retención de agua y el tiempo de arranque podría reducirse a segundos…

Aunque han habido compañías que han avanzado en este sentido, donde se han realizado motores el doble de eficientes que los de combustión interna, a día de hoy aún no se han probado en la producción de automóviles. Y es que según indican los expertos, la producción de automóviles diésel o gasolina aún representan una de las mayores industrias, y aún no hay motivos suficientes como para cambiar a un modelo tan radical.

Quizás las deficiencias de los motores de explosión, y la progresiva problemática con los combustibles fósiles hagan que se abra un mercado que a día de hoy parece cerrado.

¿Y tú, qué piensas? ¿Crees que los coches a vapor podrían ser un posible sustituto a los motores de combustión actuales?

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